Fundación:

Club, porque nos interesa la idea de reunirnos por una pasión común en un espacio libre, donde manifestar nuestras opiniones artísticas, literarias o simplemente relacionarnos desde una mirada poética.

Atlético, porque el arte y la poesía son un ejercicio, una práctica. No son simples iluminaciones o inspiraciones que vienen y van, sino que requieren un trabajo, constancia, dedicación. Entonces Un Club Atlético en el cual ejercitar tanto la creatividad como el oído, a partir de la experiencia artística.

de Poetas, porque creemos que la poesía está en todas partes, no como un género literario, sino como una forma de mirar e interpretar la vida. Hay poesía en la literatura, en la música, en el canto, en las fotos, en el cine, en el teatro, en una pintura o en una danza, cuánto mas en todo lo que nos rodea, si sabemos mirarlo.


Por eso Club Atlético de Poetas abre su espíritu a todos aquellos que se sientan atraídos por esta propuesta.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Juan en el Club

Este relato de una noche de domingo en el Club Atlético de Poetas, pertenece a Juan de Discurso Bravo, quiero compartir su mirada y emoción con ustedes.


 La noche que está en vías de terminar fue para mí una noche destinada a permanecer en la memoria, una noche que me ha enriquecido de varias maneras, y que me permite ratificar que mi vida está apuntando hacia el lugar que tiene más que ver con mi propio eje. No ha sido en vano nada de lo vivido pero en particular este proceso reciente y quizás inconcluso a resultas del cual me rebelo contra una situación que de alguna manera me oprimía y me revelo a mí mismo como una persona que ha estado meando fuera del tarro (es la manera en la que el exceso de cerveza me hace hablar, puesto en términos literarios he estado contrariando mi esencia) sin estar demasiado consciente de esta contradicción hasta hace poco más de un año, viviendo una vida que no entendía porque no me conformaba si tenía prácticamente todo lo que se puede creer necesario: una buena mujer, una buena casa, una buena familia, un buen trabajo. Desde el punto de vista de los otros tenía una buena vida pero en esa vida había algo que no estaba y es el verdadero Juan.



Me encantó ponerle cara a una voz que escuché por radio y a una palabra que leí muchas veces. Me encantó el contacto con escritores de carne y hueso, Nicolás Correa -el autor de este libro- y Julián no-recuerdo-qué el escritor que lo comentó (¿O Julián era el editor y el escritor que lo comentó era otra persona?, con el tiempo aprenderé los nombres quizás). Pero ver escritores no sólo de cerca, de verlos a pocos metros de distancia, sino verlos de cerca en cuanto gente digámosle normal, haciendo un uso amplio del concepto de normalidad, gente normal, gente como yo, gente de jean y zapatillas y la barba de algunos días, gente que toma la palabra y se sube a caballo y se va de paseo sobre ella con más o menos un camino predecible, gente diciendo cosas que cuando las escuchamos nos damos cuenta de que ya las sabíamos pero no teníamos presente saberlas hasta ese momento.

Lo de Hugo Martinez me dolió. Hizo que me duela una noticia periodística que uno ha seguido de lejos, con cierta curiosidad amarillenta, de un amarillo propuesto por esta gente que se dice periodista tendiéndonos una trampa de la que tardamos en escapar, porque en algún momento estamos hablando y evaluando si la madre sabía o no sabía quienes eran o quienes no eran los secuestradores (bueno chicos ya está); -Y claro no?; - Si esta gente...; - Mirá...; - Pero a que se dedicarían no...; - Y estaban en la pesada...; y de pronto es una nena de once años y es un espanto el hecho, son un espanto los padres, son un espanto los periódicos y la prensa televisiva y los comentaristas y los opinólogos y somos un espanto nosotros también.

Todo ha sido interesantísimo. La voz de esta chica que cantaba, los músicos, y los que leímos algo -la parte donde me incluyo-, todo ha sido para mi una larga sucesión de peces fosforescentes en escena, me he sentido completamente idiota en el mejor sentido de la palabra, el sentido en el cual Cortazar la empleó y lo he contemplado todo con estos ojos de niño, de estar viendo algo por primera vez, maravillado por cada uno de los nimios detalles que pude percibir.

Me complace sentirme bienvenido en un lugar, y me complace dejar entrar a mi vida a este club.